El autor responde a estas y otras muchas preguntas mediante una perfecta simbiosis entre la exégesis bíblica, la experiencia personal y la opinión documentada de otros expertos en el tema. Y los numerosos gráficos explicativos y aclaratorios que intercala al texto facilitan mucho la comprensión de los conceptos. Comienza por definir, en los capítulos uno y dos, qué es la restauración espiritual. Para ello, parte de lo que semánticamente entendemos por acción de restaurar: recuperar, reparar, renovar una cosa deteriorada devolviéndola a su estado inicial o a la estimación que antes tenía. Este concepto lo aplica al ser humano en su dimensión moral y espiritual. En los cuatro capítulos siguientes, tres al seis, analiza con detalle las particularidades de cada uno de los distintos agentes involucrados en el proceso de restauración, a saber: La persona afectada y su actitud. Dios, que en un justo equilibrio entre amor y justicia ayuda a la persona en su debilidad por medio de la acción del Espíritu Santo. Los pastores ,cuya misión es apacentar la grey, velar por sus ovejas y salir de inmediato en busca de la extraviada. La Comunidad Cristiana, que tiene la obligación de acogerla y colaborar en su restauración con espíritu de mansedumbre (Ga. 4:6), adoptando con ella las actitudes correctas y adecuadas. Plantea a continuación (capítulo siete), los principios y fundamentales sobre los que se sustenta la restauración. Y lo hace bajo una doble perspectiva: Los principios a tener en cuenta por la persona que ha caído: reconocer su falta, perdonarse a si misma, no culpar de ella a otros, evitar actitudes defensivas, buscar el apoyo de la familia, buscar el consejo de otros, practicar la oración y meditación buscando a Cristo como modelo. Y los que ha de tener en cuenta la Comunidad Cristiana: evitar en juicio sin misericordia, practicar el perdón, buscar la reconciliación, integrar y aceptar, mostrarse acogedora, eliminar la murmuración y el chismorreo, y lograr que el amor fluya entre unos y otros. En el capítulo ocho se centra en definir los objetivos o metas de la restauración: reconciliación, comunión, santidad, madurez sin paternalismos, libertad sin libertinaje, y finalmente, la gloria de Dios. Dedica los capítulos nueve al once, a facilitar un análisis práctico del proceso de restauración mediante ejemplos diversos y casos prácticos sacados de la Escritura y aplicados al contexto actual, mostrando y evaluando con detalle cada uno de los distintos pasos a seguir. Finaliza con una clara exposición del deber y misión universal de la Iglesia de restaurar a los heridos de todo tipo y naturaleza, no importa la clase social, ni la raza, ni el credo que se profesen, y concluye, al respecto, que toda Comunidad Cristiana que da la espalda al necesitado y abandona a su suerte al que tropieza, no practica el verdadero evangelio. Denuncia abiertamente que la Iglesia de nuestro tiempo no está a la altura de las circunstancias, y proclama que el politiqueo religioso ha de ser demolido para dejar paso a la brisa fresca de la renovación que permita recuperar la vitalidad del Espíritu. Se completa con dos interesantes y útiles APENDICES. Uno sobre las cualidades pastorales indispensables para alcanzar el éxito en el proceso de restauración; y otro sobre la correcta exégesis del de 1ª Timoteo 1:20: el tal sea entregado a Satanás. Estamos, pues, ante un libro dirigido de forma primordial a pastores y líderes, agentes principales en el proceso de restauración de aquellos creyentes que han caído. Pero cuya lectura, los propios pastores y líderes, deberían hacer extensible a los miembros de sus iglesias, a todos los componentes de la comunidad cristiana, cuyas actitudes, según afirma y demuestra el autor, son importantísimas y juegan un papel esencial en el éxito o fracaso final del proceso de restauración.
CLIE
9788482675619

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